Causa sorpresa e inquietud el rumbo que en España
está tomando la profesión periodística. Porque si ya es preocupante que
se obligue a pagar a un periodista 100.000 euros por haber lesionado el
honor de otro periodista en una polémica pública, lo que es inaudito es
que haya medios de comunicación que lo celebren. Nos referimos a la
condena que un juzgado ha impuesto a Jiménez Losantos por sus críticas
al ex director de Abc José Antonio Zarzalejos, y al alborozo con que ha
sido recibida en el grupo Prisa que, en una especie de tótum revolútum,
ha relacionado esta condena con aquélla otra muy distinta a raíz de la
polémica querella de Gallardón.
En el caso que atañe al alcalde de Madrid, se condenó penalmente a
Jiménez Losantos por llamarle «traidor» y afear su falta de
sensibilidad con las víctimas del 11-M. Ahora estamos en un pleito
civil en el que no se plantea que unas expresiones sean delictivas,
sino que hacen acreedor a su destinatario de una compensación económica
por algo tan etéreo como el daño al honor. Aquí tropezamos con la
controvertida Ley de Protección del Honor y la Intimidad, bautizada en
su día por Diario 16 como Ley Midas porque permite a los demandantes
hacerse de oro. Baste decir que esta ley ha sido criticada en todos los
foros internacionales de prensa porque supone una herramienta para
amordazar la crítica. Siempre hemos defendido que algo tan subjetivo
como la evaluación del daño moral puede provocar abusos (¿por qué
100.000 euros de indemnización y no los 600.000 que pedía Zarzalejos?),
que causa más problemas de los que en teoría ha de resolver y que el
Código Penal debería bastar para castigar a quien injurie o calumnie.
Además, en el caso que nos ocupa, es de sentido común que el nivel de
protección deba ser distinto para un ciudadano de a pie que para un
personaje público, como el director de un periódico nacional. No
decimos que Zarzalejos deba estar indefenso, pero sí que tiene a su
alcance el Código Penal, y que el recurso a la vía civil de quien puede
refutar la sátira con la sátira y el denuesto con el ingenio implica
admitir una cierta derrota intelectual.
Con todo, insistimos, lo más grave es que haya medios que celebren
sentencias que suponen un retroceso de la libertad de expresión. A ese
coro se unió ayer el ministro de Justicia, que celebró la condena a
Jiménez Losantos porque tiene «un punto didáctico». Bermejo, que
alardea de progresismo, volvió así a mostrar su verdadera cara.
Hace tres meses, el director de la Ser utilizaba epítetos mucho más
gruesos con otros periodistas que los que ha dirigido Jiménez Losantos
a Zarzalejos. Daniel Anido llamaba «pajilleros, reprimidos, grasientos,
puteros, siniestros, cobardes y acomplejados», «profetas con derecho de
pernada», «mediocres» y «exhibicionistas de la baba en la pluma» a
media docena de muy conocidos periodistas, entre ellos el director de
este periódico y el propio Losantos. ¿Defiende El País también que
Anido tenga que pagar 100.000 euros a cada uno de ellos? ¿Lo hará
Bermejo?
|